Más que una yunta de bueyes

– Che, ¿y hace mucho que no lo ves a Tino?

– Callate, que lo vi hace un par de semanas… no sabés lo mal que está…

– ¿Pero cómo? Hace un tiempo me lo crucé y estaba fenómeno, con la señora y la nena en un autazo ¿qué pasó?

– Perdió el laburo, la mujer lo echó a la mierda y no le deja ver a la nena.

– Eeehh???

– ¿Sabés qué pasa? se acabó la guita se acabó el amor. Cuando laburaba en el banco Tino venía haciendo carrera y buena plata ¿te acordás cuando se compró el 0 Km? Ahí la conoció a la mujer… y empezó a juntar para el departamento, se casaron, vino la nena y todos contentos. Parece que hubo una movida rara en el banco, Tino no sabía nada, quedó escrachado, lo echaron sin un peso… ¡y gracias que no fue en cana! Como no conseguía nada el suegro lo hizo laburar con él, pero Tino no sirve para otra cosa, es bancario y punto. A todo esto la mina seguía gastando guita a lo loco en boludeces, mientras Tino la remaba en dulce de leche. Cuando vio que la cosa no repuntaba más, lo echó de la casa y ahora no le da a la nena porque el tipo no tiene plata ni para llevarla a la calesita. Pobre chabón estaba hecho mierda… … … pero no sé, se tendría que haber avivado que la mina era una garca.

– Bueno, paraaaá ¿cómo iba a saber Tino? Acordate que estaba como loco con ella… estaría metido… a lo mejor la mina piró después ¿qué sabés?

– ¡Qué va a pirar después! Ella siempre fue así, desde el principio… ¿qué ponés esa cara? ¿me vas a decir que no sabías lo que pasó la primera vez que salieron?

– Y, no… yo no soy tan amigo de él como vos.

– Fue así: Tino la invitó a cenar, la llevó en el 0 km a un lugar de primera. En un momento él se va al baño… qué habrá tardado, 3 minutos. En ese tiempo la mina aprovechó a sacarle la billetera del bolsillo del saco. Cuando vuelve a la mesa, la ve lo más tranquila mirándole las tarjetas, todo. “Veo que tenés varias tarjetas, y todas Gold, qué bueno…” y el boludo no le dijo nada… ¡y encima nos lo contó como una gracia!

No sé qué le vio Tino a la tilinga esa, pero si a mí una mina por más buena que esté me hace eso, no la toco ni con un chorro de soda…

No Money No Honey LISTEN

Dos galanes

 

Leandro: masculino, 40 años, divorciado, contador, deportista, apuesto, bien de plata, última mina que le duró más de 6 meses, hace 2 años.

Néstor: masculino, 60 años, viudo, empresario, deportista, apuesto, muy bien de plata, última mina que le duró más de 6 meses, hace 6 meses.

Leandro: sensual, fiestero, posesivo, inseguro de mierda, obsesivo de la pulcritud, celoso y trampa, buen pelo y limado. Sale con minas de su edad.

Néstor: sensual, fiestero, dueño, segurísimo, relajado, serio (ahora, porque te digo que tiene calle), pelado y tranqui. Sale con minas más jóvenes, si se le canta.

Leandro y Néstor: van al gimnasio, cuidan su salud, se visten bien, tienen camionetas caras, llevan a sus chicas a buenos lugares, les gustan más las rubias y deciden sobre qué ropa debe usar su chica.

Un día cualquiera de gimnasio, Leandro y Néstor se pusieron a hablar de mujeres.

Leandro contó que a “la última mina que le duró más de 6 meses” le tenía que insistir en que dejara de vestirse como una puta, que aflojara con el escote, que se pusiera ropa decente, que no usara tanta bijou (sí, el también leía la Cosmo, se ve…), que esos pantalones eran muy ajustados, que no se pintara tanto.

Néstor en cambio le decía a “la última mina que le duró más de 6 meses”, que parecía una abuelita, que mostrara el escote, que vistiera “animal print” y accesorios modernos, que tirara esos pantalones oscuros a la mierda y los cambiara por calzas ajustadas, que se pintara un poco más.

Acá se complicó…

Les dio escalofríos de sólo pensar por un momento que estaban hablando de la misma rubia, y se pusieron a hablar de River, lo cual aunque parezca mentira fue un alivio.

En ese mismo momento, la rubia estaba en el shopping con un pantalón negro en una mano y una calza animal print en la otra, totalmente angustiada. ¿Qué le gustará más a Horacio?

Lovefool WATCH

Bosque – creías?

Fernanda nunca se consideró miedosa. Por supuesto que tiene sus miedos, pero a cosas reales; lo sobrenatural nunca le llamó la atención.

Sin embargo, hay algo que la inquieta sobremanera. El bosque. Cualquier bosque. Cuando en el viaje de egresados visitó el Bosque de Arrayanes  se sintió tan mal que ni se dio cuenta de que había una casita de Disney. No sabía por qué, pero lo único que quería era huir lo antes posible. Y de ahí en más siempre igual.

Con su natural practicidad, solucionó el problema evitando pasar por bosques, eligiendo la playa como destino indefectible para sus vacaciones. Punto.

Pero un buen día eligió las sierras (igual, ni un puto bosque). Cerca de su hospedaje encontró una tranquerita con un cartel que le llamó la atención porque parecía escrito en un idioma indígena. Entró, y al hacer un trecho se encontró con una casa muy bonita, en cuyo balcón había una señora muy menuda y canosa. Hilda le dio la bienvenida explicándole que la casa estaba abierta al turismo porque ella se dedicaba a estudiar la cultura autóctona y hasta había hecho algunos hallazgos arqueológicos en su finca.

Lo más llamativo de Hilda no era lo que hacía, sino lo que transmitía al hablar. Fernanda sintió su infinita paz, y se entregó por completo a escucharla mientras recorrían el lugar. Hasta que se le ocurrió llevarla al bosquecito de chañares allá al fondo. Fernanda palideció, confesando que no le gustaba lo que sentía al entrar a un bosque. Hilda la miró maravillada. Le dijo:

Vos tenés un alma extremadamente sensible a las energías del bosque, pero por alguna razón, sólo percibís las malas. En los bosques hay energías muy fuertes, buenas y malas, en constante puja. Lo que se debe hacer antes de entrar, es pedirle permiso al bosque, y a las energías positivas pedirles protección y asistencia. Si hacés eso, nunca más te vas a sentir mal. Vení, vamos.”

Por primera vez Fernanda sintió que tenía un escudo protector, y siguiendo el ritual, entraron al bosquecito. Hilda siguió hablándole encantadoramente, pero los minutos se estiraban para Fernanda que trataba de concentrarse para no pensar en la oscuridad y la humedad que la rodeaban.

Cuando salieron, el primer rayo de sol fue para Fernanda un extremo alivio.

Se hicieron muy amigas y confidentes. Pero Fernanda le miente sistemáticamente cuando hablan de bosques.

A Forest WATCH